De verdad que no pensaba tocar el tema porque la única certeza es que el Betis sigue en Segunda División, pero me he animado leyendo sobre todo a Javier Mérida. Todo viene por una de esas informaciones que cualquiera que siga lo que pasa por aquí abajo (el sur, vamos) dejaría pasar. Otro episodio más en los lacerantes capítulos de jeques, Betis Sport y una sensación de impotencia por el continuo ridículo con el que castiga el presunto al beticismo.
Justo a la hora que España y Portugal comenzaban su encuentro de octavos de final del Mundial, Marca lanzaba en su edición digital que Lopera cerraba la venta del Betis a Luis Oliver en 20 millones de euros. La noticia se propaga rapidísima a pesar del fútbol. La firma un periodistas de los más relevantes de la publicación... en Madrid (dato éste mucho más importante de lo que debería ser). Lees, relees, y todo en solfa porque el ínclito no le dice la verdad ni al médico y cada documento que lanza es una trampa de sumisión perpetua. Y el comprador, en fin, pues también genera dudas como bien exponía Luis Lastra en El Correo.
Es otra cosa lo que me llama más la atención, además de la cercanía de la declaración ante la jueza Alaya (14 de julio, guillotinesca fiesta nacional francesa), que en teoría no se puede vender un activo sujeto a proceso judicial (sería un alzamiento de bienes porque está precisamente en discusión la propiedad de ese activo llamado acciones) y que seguramente el hecho de estar en negociaciones de este tipo permita flexibilizar ciertos límites de legislativos (30 de junio para pago de fichas federativas de futbolistas –sueldos–, 31 de julio para avales prepuestarios...).
Lo que me llama la atención es el precio y el cómo. 20 millones parece poco teniendo en cuenta que no hace tanto Lopera pedía a gritos, según él, un comprador pero poniendo un precio que multiplicaba varias veces este; luego, para que se mantenga vigente el convenio urbanístico llamado a garantizar la pervivencia (financiera, entiéndase) de la sociedad, el Ayuntamiento debe estar más o menos conforme con el traspaso accionarial para no desbaratar esa catalogación de suelo. Es más, habría otro movimiento paralelo para intentar forzar a Lopera a una venta cuanto antes (siempre que el proceso judicial lo permita) que ya alcanzaría los 29 millones de euros en avales.
No hace falta ser un genio para concluir que es mejor vender por 29 que por 20, salvo que ingresando menos se consiga más, como que no se remuevan papeles o se puedan incluir cláusulas leoninas inadmisibles en ofertas superiores, ¿no? Parece que los ofertantes más generosos piden una auditoría independiente que Lopera, como no puede ser de otra manera, no estaría dispuesto a conceder.
Lo que sí parece razonablemente cierto es que los movimientos han sido y son incesantes y a pesar de las lógicas dudas antes o después (de Alaya) habrá algún cambio sustancial. Depende de Lopera, claro, pero parece que el negro negrísimo futuro del Betis puede quedarse en un tipo concreto de negro, ¿me siguen?
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