lunes, 23 de marzo de 2015

Elecciones Andaluzas: Susana Díaz y el 'Factor X'

Algunas reflexiones sobre el resultado de las Elecciones Andaluzas:

Fotomontaje de Grupo Joly



El triunfo del PSOE. A ver. Entiendo la decepción de muchos. No parece tener explicación sencilla que, con todo lo que les ha llovido, se mantengan 33 años después y con escandalazos a cuestas. Aquí hay que separar a Susana Díaz del PSOE. "Es lo mismo pero no es iguá", decían Martes y Trece. La lideresa ha separado su figura de la marca del partido para hacer una campaña (a mi entender acertadísima) en la que la marca ha sido ella. Ha conseguido dejar atrás todas las manchas de un partido muy castigado para hacer valer una suerte de borrón y cuenta nueva que ha venido forjando desde su época de consejera, con visitas a todas las agrupaciones locales que podía una vez completada su agenda oficial en las distintas provincias. Le ha bastado con no sobresaltar la línea plana de la campaña (esa es otra...) para imponer su poco discutible carisma. El resto de candidatos, en general, fallaban justo ahí, y Susana Díaz lo ha rentabilizado sobremanera. Está claro que ha jugado fuerte y ha ganado, y que tiene algo que a la gente le ha llegado (acertadamente o no). Hay un poco de Factor X en esto, pero hay más X que pueden ayudar a comprender lo que ha salido de las urnas.

La derrota del PP. Juanma Moreno ha pagado, principalmente, dos peajes, y los dos por obra y gracia de Rajoy. El primero, muy obvio, que la gestión económica ha supuesto un precio alto para el españolito de a pie, y eso en un territorio habitualmente tan poco amable con el PP supone un coste bestial. Además, si Susana Díaz ha grabado a fuego el #YoConSusana y ese "Soy Susana, tú me conoces" de sus vídeos, encontramos que en el caso del político malagueño el tema no ha funcionado y su grado de conocimiento ha sido escaso, totalmente insuficiente para frenar el voto del cabreo. Como tercer elemento cabría señalar el caso Bárcenas y la Gürtel, pero si los ERE se han comportado como un proceso amortizado en Andalucía qué decir de algo que no afectaba directamente al sur. El candidato se ha fajado y ha mostrado buenas credenciales, pero nada ha jugado a su favor. Su campaña, hay que reconocerlo, ha sido buena y en algunos detalles muy buena, pero no se ha conseguido meter al candidato en la cabeza del votante, más escéptico y cabreado que de costumbre y en particular con los partidos tradicionales. Apuesten a que multitud de votantes del PP no son capaces de recordar el nombre del candidato. Del voto prestado de hace tres años qué se puede decir, pues...

El efecto Podemos. Con el partido morado parece que no valen las medias tintas. O conmigo o contra mí. Peligrosa vorágine, pero en fin. Han logrado un resultado estupendo, impensable no hace mucho, pero se les queda corto. Sus expectativas eran altísimas y las encuestas habían hinchado el globo hasta convertirse en burbuja, y ya se sabe lo que pasa con las burbujas. Entiendo a los que subrayan que de 0 a 15 es imposible hablar de fracaso. Es que no ha sido un fracaso, pero sí parece una decepción. Y también entiendo a los que inciden en que no han roto el mapa político. Es que no lo han roto. Cuando Teresa Rodríguez habla del fin del bipartidismo no termino de entender a qué bipartidismo se refiere. Sus 15 diputados (excelente resultado) son tres más de los 12 de IU en 2012. ¿Entonces IU no rompió el bipartidismo? ¿Qué entendemos por romper el bipartidismo si el PSOE ha repetido diputados? Las Andaluzas eran una buena oportunidad para ver el peso real de la marca jugando en campo contrario, pues se intuía que el apoyo en esta región era inferior a la media del país. Pero si esperas de 20 a 25 diputados y sacas 15, el resumen se mueve indefectiblemente de haber podido romper la baraja a irrumpir con fuerza pero sin, en teoría, la repercusión esperada en el devenir político de Andalucía. No se olvide, el resultado de Podemos no le convierte en la fuerza fundamental para la reorganización del mapa político andaluz que cabía esperar. Que lo termine siendo dependerá también del trabajo parlamentario de sus integrantes, y ahí te quiero ver, Maribel, que nos quedamos sin ver a Teresa Rodríguez en el cuerpo a cuerpo con el resto merced a una excusa a todas luces infantiloide: agenda apretada (los demás la tenían en blanco, vamos...). Hay un factor que subyace y que se comenta muy poco. El gran apoyo popular a Podemos no se ha traducido de manera suficiente porque... ¡hay que ir a votar, oiga! Da la impresión de que un alto porcentaje de ese apoyo de andaluces justificadamente cabreados corresponde a abstención estructural, y de la misma manera que el llamado voto oculto del PP ha acabado premiando a Ciudadanos, la participación (buena, pero no espectacular ni de lejos) ha podido contabilizar como abstención a muchos simpatizantes del partido morado. Y luego no vale quejarse, ¿eh?

La llegada de Ciudadanos. La formación de Albert Rivera se presenta como la gran triunfadora, y eso que es la cuarta en representación. Pero seamos justos: hace poquito ni existían como partido en Andalucía, y el adelanto parecía cogerles con los deberes sin hacer. El candidato era poco menos que de emergencia y se le afeó (es de un grupo independiente) llevar ocho años como socio del PSOE en Sanlúcar de Barrameda (por cierto, allí Ciudadanos ha sido quinto...). Al final, todo lo contrario: igual que Podemos en las Europeas subió como la espuma a la hora de la verdad, Ciudadanos ha sido impulsada por el voto indeciso del sector más moderado del electorado, el que ha dado la espalda claramente al PP. Si se suman sus diputados a los del PP tendremos el resultado habitual de los populares en los 90, cuando iniciaron el pulso real con el PSOE: 41 en 1994 y 40 en 1996, año de la mayoría absoluta de Aznar. Entonces había cuatro partidos con representación. Ciudadanos ha afrontado el dilema de tener la opción entrar como socio de gobierno, resulto incluso antes de la votación con un rotundo 'no'. Su papel, teniendo menos diputados que Podemos, puede tener mayor relevancia puesto que no parece llamado a ejercer un papel rupturista y a Susana Díaz le valdría su apoyo para sacar cualquier proyecto adelante si PP y Podemos se alinean en contra.

La debacle de IU. Quizás pueda considerarse injusta, pero viene como resultado tanto de su pacto de gobierno con el PSOE como de la irrupción de Podemos. Una parte muy importante de su electorado de 2012 (recordemos que venían de más abajo) ha encontrado en el nuevo partido el reflejo que quiso ver en la coalición con anterioridad. Maíllo heredaba ese pacto pero tensar la cuerda para dar el motivo con el que romperlo a Susana Díaz ha sido un movimiento que ha tenido un coste elevadísimo. Caray con el referéndum a las bases para la continuidad del pacto de gobierno... La coincidencia general de que entre Maíllo y Valderas hay diferencias, digamos, estilísticas notables (aunque a veces el profe no habla para que le entienda todo el mundo) no quita que el nuevo líder ha gestionado su posición de manera errática y la entrada de la formación en una espiral en la que ya no ha sido dueña de su destino ha terminado por encaminar a los comunistas a un papel residual. Mal panorama.

UPyD y PA incluso han empeorado, cuando la situación podía permitirles tener chance. Pero los emergentes se han llevado todo el voto volátil y no le han dejado ni las migas. El parlamento pentacolor es un hecho pero no ha sitio para todos. ¿Vox? Algo más de la mitad de votos que el Pacma.

La lectura municipalista. Error, y grave, sería extrapolar este resultado a las Municipales. Primero porque la elección de alcaldes tiene otras visiones y, tan importante como ésto, las Andaluzas no contemplan a multitud de formaciones independientes que gestionan o permiten gestionar consistorios. El peso de marcas nuevas como Podemos y Ciudadanos quizás no tenga el mismo apoyo en mayo (se presente Podemos como se presente y con quien se presente en cada caso), y no porque hayan hecho algo malo (no van a tener ni tiempo) sino porque el funcionamiento de la psique del votante no coincide. Una cosa es que, efectivamente, rompa las mayorías de los ayuntamientos de las grandes ciudadanes y otra muy distinta que accedan a los órgamos de poder desde un tercer o cuarto puesto que, sinceramente, se antoja difícil de mejorar para las Municipales. Podemos ha sido la lista más votada en Cádiz. ¿Cuando sea Teófila la que aparezca en la papeleta va a mantener ese dato la formación con la que comparezca Podemos? Lo dudo. Y así...

PD: Me provoca cierta rabia que, sobre todo fuera de Andalucía pero también dentro, se repitan mensajes sobre que somos unos atrasados, que vivimos de la paguita y demás soplapolleces. El resultado podrá gustar o no, pero minusvalorar una votación que afecta a 9 millones de españoles (seis millones y pico de censo electoral) resulta un insulto intolerable. ¿Si en Valencia se mantiene el PP o en Madrid gana Esperanza Aguirre también serán unos catetos que se merecen todo lo malo que les pase? ¿Hablamos de Cataluña, Extremadura o Canarias? ¿Del alcalde de Valladolid? Seamos serios, por favor.

El PER, las subvenciones y el clientelismo forman un discurso caduco y antediluviano. Si acaso, digo si acaso, el empresariado y las profesiones liberales se han puesto en guardia para cerrar el paso a Podemos. Cambiar las cosas no tiene que ser necesariamente bueno para todos, y si se quiere dar la vuelta al sistema seguramente eso se llevaría por delante a multitud de empresas que, digámoslo así, forman una industria auxiliar de la administración, puesto que la externalización de servicios supone el medio de vida de decenas de miles de familias y cambiar las reglas no tiene que ser ni mejor ni peor, pero por lo menos genera inquietud. ¿Acaso hay PER en Sevilla capital, donde ha ganado el PSOE y Podemos ha obtenido un resultado muy a considerar? ¿De qué estamos hablando?