En contra de lo que aconsejaría cualquiera, incluso todos los oportunistas que van a convertir a la selección en campeonísima o en la misma porquería de siempre dependiendo de lo que pase en octavos de final, me voy a permitir vaticinar un triunfo español y a exponer qué creo que cabe mejorar en los planes de Vicente del Bosque. Todas sus decisiones, de la primera a la última, son legítimas, razonables y respetables, pero hay cosas que no terminan de ir bien y entiendo que son imputables a su gestión, y también lo serán si las lagunas se secan y España avanza y avanza. Sólo un ejemplo: anoche, en El Larguero, se sorprendía de ciertos comentarios recordando que el equipo es prácticamente el mismo que el que hoy justo hace dos años se proclamó campeón de Europa. Los jugadores son los mismos, pero algo ha cambiado. Puede incluso que haya cambiado para bien, que la competitividad de la selección haya aumentado y pueda asumir retos tan bellos como luchar por un Mundial. Lo dice Queiroz y tiene toda la razón: La reputación no gana partidos.
Pues bien, aunque no termine de gustarme, el doble pivote de la selección no deja de ser prácticamente lo mismo que utilizan algunas de las principales selecciones del Mundial: Gilberto Silva-Felipe Melo en Brasil o De Jong-Van Bommel en Holanda. Si acaso, se distingue Argentina, que está girando hacia el 4-3-3 con Mascherano guardando. Portugal no. Pepe cierra y deja maniobrar a Tiago y Meireles, seguramente el gran peligro del equipo, por encima de Cristiano Ronaldo por la sencilla razón de que éste atrae para sí toda la atención defensiva. 4-1-4-1 que quizás Queiroz matice porque a poco que Xavi conduzca un ataque les va a costar tapar las líneas de pase.
La cuestión del doble pivote español está ahí, en Xavi. Más que en Xavi, en la posición de Xavi. Si recuperamos los equipos mencionados, el equivalente a Xavi en Holanda sería Sneijder, casi un delantero cuando la oranje tiene el balón. Y en Brasil, el más parecido sería Kaká, aunque con la lesión de Elano Daniel Alves cae tanto al centro que es realmente el distribuidor brasileño. Como en Argentina, la banda derecha se resuelve sin centrocampista (Maicon-Higuaín).
Ahí es donde, creo, Del Bosque tiene su gran debate. Mantener a Xavi donde viene jugando o retrasarle al sitio de Alonso para dar entrada a un elemento de corte más ofensivo (Cesc) o mover a Iniesta para dar entrada a otro punta (Silva o Navas): igual resulta demasiado ofensivo para como luego se decanta un Mundial. Me gusta esta opción, pero precisamente hoy con el planteamiento, creo que ultradefensivo, de Portugal, acumular hombres arriba sería darle una gran ventaja al contragolpe del rival.
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