El equipo destinado a subir, con la gorra incluso, se queda en Segunda. Son las cosas de no depender de uno mismo, porque la goleada ante el Levante se ha convertido en la más amarga que se recuerda. El punto de Salamanca al final le sirvió a los castellanos, pero no al Betis. El desorden de la zona de descenso no tuvo réplica por arriba, pues todo quedó como antes de la última jornada con el triunfo del Hércules en Irún.
El Betis-Levante no deja de ser un encuentro más dentro de una temporada, pero mucho más allá del notable partido que completó el equipo de Víctor Fernández, con un dominio abrumador y una goleada merecida, pero deja tras de sí muchas cosas nada agradables. Y un panorama, sobre todo, de un negro negrísimo.
Otro año en Segunda División. Otro verano de jeques, Betis Sport, Azabaches, Portillos, etc. Otro verano de Lopera vete ya, de negociaciones que se rompen de madrugada con los documentos listos, de cortinas de humo, de mentiras, de tejemanejes, de insultos desde los medios oficiales, del papelito de Pepe León...
El bético no se merece esto porque esto no se le desea ni al peor enemigo. El hartazgo del bético con el oficialismo contrasta con su inquebrantable unión con esa camiseta que tanto significa. No le hablen de números, no le hablen de inversión, ni de Tegasas, Farusas, Frigimuebles, ni de vaciamientos patrimoniales, ni de jueces Alayas. Díganle cuál es la realidad: la realidad es que Lopera sigue en su sitio, que el 15-J no sirvió de nada, que el próximo curso volverá a estar lejos de la elite y que el estadio que lleva el nombre del presunto se seguirá llenando para vergüenza de quienes se aferran a una propiedad que por mucho que quieran no les pertenece. Los sentimientos no se compran.
(publicado en diariodesevilla.es el 19 de junio de 2010)
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