Años, y años, y años, esperando que alguien se decida a afrontar el coste político y económico de la reforma laboral –no la pido yo, la piden todos los economista del globo desde tiempo inmemorial– y no hay mejor día para aprobarla que el día del debut de España en el Mundial, ante Suiza. 16 de junio en todos los calendarios.
Zapatero la va a aprobar, como diría Luis Aragonés, por lo civil o por lo criminal. "Con acuerdo o sin acuerdo". No tiene más alternativa porque esperar un acuerdo con la que está cayendo sería pedirle a los sindicatos que dejaran de defender al proletariado y a los empresarios que dejen de buscar la rentabilidad. El punto medio, aquí, no existe. El que ceda se va al hoyo. Así que decretazo. Otro.
La forma parece la única posible. El momento es otra cosa. Con los años te acostumbras a dejar de creer en las casualidades. Hace unos días, la ministra Salgado situaba el límite en el mes de julio. El presidente del Gobierno, que está tomando una costumbre de rectificar a su equipo desesperante, lo adelanta. Puestos a pensar mal, no vaya a ser que para julio la selección esté de vuelta. Dios no lo quiera, pero hay que pensar en todo. Se hace coincidir con el debut en el Mundial y fuera. Encima, a las cuatro de la tarde, una hora que permitirá que la sordina sea mucho más eficaz que si España jugara a las 20:30, como ocurre en los otros dos partidos de la primera fase.
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