Sin un marco como el actual, con el general de los mortales rigurosamente tieso (o en vías de estarlo), no se podría entender la polvareda que ha causado algo tan aparentemente irrelevante como el hecho de que un alcalde haga trasladarse su coche oficial a otro ciudad del país para acudir a un evento en representación de la ciudad.
Hablo del alcalde de Sevilla, el denostado Alfredo Sánchez Monteseirín, y de la final de la Copa del Rey que el Sevilla FC conquistó ante el Atlético de Madrid en el Camp Nou de Barcelona el 19 de mayo de 2010. Desde luego, el futuro ex alcalde no cruzó el país ni por filiación ni por gusto, sino por estricta obligación, la obligación que le supone su condición de alcalde. José Antonio Griñán, presidente de la Junta, también acudió. En su caso, desde luego, filiación sí que había (del Atlético, ojo), y aunque desconozco que trasladara su coche oficial a Barcelona, de haberlo hecho tampoco me parecería nada escandaloso, sino lo que corresponde a quien ostenta un cargo como el suyo. También estuvo el consejero de Turismo Luciano Alonso (del que aseguran que también es atlético). Lo mismo me parece el coche del alcalde.
Se le podrán reprochar otras cosas (dios mío, hasta dónde va a llegar la factura de la setas...), pero el tema del coche oficial, con un mínimo de perspectiva, parece una soberana soplapollez. No hay un duro, claro que no, pero no pretenderemos que el alcalde de Sevilla, de Cuenca o de Gijón, vaya por ahí en autobús de línea. No porque se le caigan los anillos, sino porque cada uno a su sitio. Cabe recordar que el Sevilla organizó un banquete la víspera de la final (sí, sí, un banquete, pero de boda, porque no faltó ni chimpún en forma de desubicada chirigota, de un triunfito amigo de Palop y del Arrebato, que con el Arrebato igual habría bastado). A esa cena, comprenderán, no iba a acudir el alcalde en el autobús de la prensa (yo estuve, y nos proporcionaron transporte). Y no porque no lo hubiera preferido (seguro, le encanta mezclarse), sino porque no es plan.
Toda la prensa sevillana se ha hecho eco de esto: Diario de Sevilla, ABC, El Correo (lo lamento, no encuentro el enlace) y la edición sevillana de El Mundo. Y luego la justificación, de seguridad y de hecho poco gravoso: 488 euros (alquilar un coche de gama alta con chófer sale por un pico).
Que fuera por seguridad, como ha venido a decir Monteseirín, creo que carece de importancia. El precio, con dos días y pico de desplazamiento, tampoco parece un disparate. Todo es una pretendida justificación para algo de lo que honestamente creo que no tenía que dar cuentas. No tendría que haberlas dado ninguno de sus antecesores, Soledad Becerril o Rojas Marcos, ni sus sucesores, Espadas o Zoido.
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