martes, 7 de septiembre de 2010

El Betis de Antonio Félix

Foto de Antonio Pizarro


Tengo una especial predilección por Antonio Félix. En todo. Aunque a veces (pocas) no coincidamos en opinión. Un periodista valiente, de los que merece la pena seguir, injustamente tratado a veces (posible y lamentablemente por no ser sevillano) y con una capacidad crítica enorme (seguramente por eso mismo). Es una pena que su disección de mediados de agosto sobre la situación del Betis no pueda leerse por internet (Orbyt, ya se sabe...) porque es clamorosa.

Por favor, que nadie pase sin leerla. En apenas unos párrafos reflota algunos de los episodios más sórdidos del loperismo y los extrapola al sainete actual a través del infame episodio de Nsaliwa, la salida del sospechoso Carlos Bucero por sus fricciones con el vergonzante Pepe León (con dinero de por medio, ya se sabe), la leyenda negra de los jugadores con los asuntos médicos... Luego coronó el drama días después con datos de los trapicheos en las negociaciones por jugadores. En fin. Por suerte para los cómplices del ardid, el Betis gana, de momento.

Valiente como siempre, Antonio Félix se atrevió a invocar al maligno con una frase que cualquiera empezará a escuchar mientras toma café en el bar de siempre: "Oliver ya parece ir haciendo bueno a Lopera". Es justo lo que quiere el prócer, que para eso todo el tinglado está pisoteando lo poquito que quedaba de esperanza. Oliver es una versión corregida y aumentada de Lopera, un alumno aventajado, un espanto. Un hombre de amplísima trayectoria en la empresa y los negocios me lo definió como "un equilibrista", término que define a quien está siempre pisando la raya que separa la legalidad de lo que está fuera de la legalidad, por decirlo suavemente. Y, no se olvide, siempre sobreviviendo. Da la impresión de ser el primer ¿empresario? capaz de engañar a Lopera en décadas. O eso o los dos están montando la farsa más perfecta jamás planteada gracias a dos de las cabezas más retorcidas que la ciudad conoció.

Con el pertinente permiso de su autor, acompaño el texto antes mencionado de El Mundo, publicado el 19 de agosto de 2010.

De Taribo a Nsaliwa

¿Conocen la historia de Taribo West? No me digan que ya no la recuerdan. Sí, aquel central nigeriano que jugó en el Inter, un bigardo imponente a pesar de las trencitas con que adornaba su calva. Pues a Taribo West lo tuvo Lopera encerrado 24 horas en Jabugo para obligarle a aceptar sus condiciones, o eso cuenta la leyenda que mis colegas relataban, hace ya una década, entre hilarantes carcajadas. Eran aquellas cosas de don Manuel que entonces hacían tanta gracia y que, luego, poco a poco, tal vez porque el personal fue conociendo las tinieblas de Jabugo, la fueron haciendo cada vez menos.

Lopera nunca abandonó ese hábito. Que recordemos, los dos últimos jugadores que fueron burlados en las mismas oficinas ¿del Betis? fueron Alecsandro, un delantero que luego firmó por el Sporting de Lisboa, y Storari, un portero por el que la Juventus acaba de pagar 5 millones de euros, y cuyo fantasma, algunas noches, aún se ve pasear, calle arriba, calle abajo, frente a las oficinas de Jabugo, como si una maldición le obligara a terminar la procesión que le tuvo empeñado durante tres días de aquel aún cercano verano.

Lopera, hoy, debe sentirse llanamente embargado por la emoción. Su semilla ha sido fértil. Luis Oliver y Pepe León, sus elegidos, sus fantoches, han honrado su apostolado. Incluso se pudiera decir que lo han superado.

Para ello han tenido que arruinar, más de lo que estaba, la carrera de un pobre negrito, Tamandani Nsaliwa, ‘er saliva’ ya para la afición, ávida por descubrir a esa «apuesta personal», a ese «jugadorazo» que encima venía «gratis», según la entusiasta presentación de Oliver. El chaval no ha llegado siquiera a entrenar. Primero el técnico, Mel, dijo que él no lo quería. Luego el director deportivo, Bucero, el que lo trajo, dimitió harto de negociar comisiones con Pepe León. Y, a todo esto, los médicos le detectaron «anomalías cardiacas». Conviene detenerse en esta fatal casualidad, porque el doctor Calero es experto en casualidades fatales.

A Delfí Geli le declaró inválido en su día y el muchacho fue despedido del Betis. Geli fichó por el Alavés, donde completó una exitosa carrera, final de Uefa incluida, sin mayor contratiempo. Ése fue uno de los más sonados, pero desde luego no el único borrón de unos médicos que venían de ocultar, por irrelevante, la última operación a la que fue sometido Odonkor, y que le ha provocado una infección que le llevará a perderse casi toda la temporada.

Con seguridad, los trasparentes y eficientes servicios médicos del Betis darán más datos sobre las anomalías cardiacas descubiertas a Nsaliwa, y que, según la radio del club, hasta la tarde del martes eran la causa de que no se refrendara su fichaje. Unas horas más tarde, tales problemas (que al futbolista, a sus 28 años, no le habían detectado los cuatro equipos alemanes, los dos griegos, el canadiense y el danés en los que jugó antes) debían ser menos relevantes que los económicos, pues éstos fueron la razón que el Betis ofreció para romper relaciones y darle puerta.

Cualquier equipo que quiera fichar ahora al chico ya sabe que se lleva a un futbolista carero y con problemas de corazón. He ahí lo que ha sacado Nsaliwa de su paso por el Betis. ¿Han superado Oliver y León a Lopera, o no?

Y he aquí el quiz de la cuestión, para deleite de nostálgicos, que ya comienzan a asomar, como perros desnortados sin la caricia del amo. Sí, digámoslo de una vez: Oliver ya parece ir haciendo bueno a Lopera.

Probablemente no fuera otro el objetivo del patrón de Flores, cuyo cásting de candidatos para sucederle no alcanzó suficiente degradación (y miren que…) hasta que apareció Oliver: un tipo insolvente económicamente según propia confesión en los tribunales, destripaempresas profesional, con experiencia en el sector tras arrasar al Xerez y al Cartagena…

Con Oliver firmó Lopera un contrato bumerán, cuyas cláusulas prácticamente le garantizaban volver cuando él quisiera. Claro que habría algunos inconvenientes a resolver, especialmente con el nido de víboras del Consejo. Para eso, y para lo que hiciera falta, Lopera le puso a León, a quien el apodo de cuchara ya hace tiempo que se le quedó corto.

Y la cosa, más o menos, marcha, por supuesto con el animado apoyo de cierta prensa que siempre estuvo ahí, y que tal vez ni sabría estar sin él, ésos que echan en falta sus avales a pesar de que los tribunales no detecten por ningún lado más que un latrocinio atroz, prolongado desde hace exactamente 18 años, ésos que ya masajean a Oliver, el delfín, y se regocijan por unos traspasos miserables, que en ocasiones ni superan a las comisiones, y que en realidad no son sino los últimos clavos con los que sellar un ataúd, el del Betis.

La cosa está como para salir pitando a poner una denuncia ante la Fiscalía.


Vale, mejor no.


Y de paso, recordamos el lamentable enfrentamiento de Lopera con Andrés Ocaña, ahora en la Cope. Esperando que no ocurra, cualquier día nos podemos encontrar con algo parecido cambiando de actores. Huelga decir que en el caso de Lopera el suplente será Oliver.

1 comentario:

  1. Me da en la nariz que el Betis esta condenado a desaparecer, al menos como lo conocemos actualmente (nombre incluido). No creo que sea facil que escape a un concurso de acreedores (estan haciendo meritos de sobra) y al ser insolvente pierda la cateroria.

    Una lastima, pero consecuencia de la conversion a sociedad anonima.

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