viernes, 24 de septiembre de 2010
Zoido, el tráfico y el megáfono: una buena idea que se convierte en una mala idea
Pleno con guasa. El plan para cerrar el centro al tráfico privado en el orden del día. ¿Alegaciones? Algunas prosperaron, pero ninguna de los vecinos. Consecuencia: están que trinan y, con todo su derecho, se han concentrado a las puertas del Ayuntamiento de Sevilla para transmitir a sus representantes municipales su frontal rechazo a la medida. A voces, gritando, claman que el centro no se convierta en un ghetto. Piden, exigen, ser recibidos. ¿Qué ha hecho el alcalde? Ignorarles. ¿Qué ha hecho Zoido? Equivocarse.
Ignorarles quizás no fuera la forma más elegante de afrontar la situación, pero desde luego privaba a Sánchez Monteseirín de pasar un mal rato. Apartando el cáliz su imagen sufre un deterioro relativo y saliendo a los medios la cornada estaba garantizada. Daba con la puerta en las narices al pueblo, pero el coste era muy menor.
Atenderles parecía la opción correcta. Podía suponer un golpe de efecto, espacio en los medios y sensación de cercanía y atención a los problemas de la gente. Zoido apostó por ello y salió del Pleno para anunciar, con ayuda del mismo megáfono de los protestantes –se juntaron vecinos y trabajadores de Tussam–, que derogaría el plan si accedía a la Alcaldía mientras no hubiera alternativas suficientes de transporte.
Hete ahí que la implacable Dolores Dávila, portavoz de los vecinos y que desarrolló una extraordinaria labor contra la movida nocturna en el casco antiguo, desautoriza a Zoido y lamenta que se haga un uso partidista del problema, que no era eso lo que buscaban y que la protesta de los vecinos no tenía que haberse visto 'aderezada' por la presencia del portavoz popular. El globo hace puf. La buena idea se convierte en una mala idea. Por lo menos, en una idea cuestionable. ¿Por qué? Porque su sola presencia traslada el foco mediático, que deja de estar en la protesta y pasa a estar en el megáfono. Y el vecino se va con la sensación de que su protesta, que entiende legítima, queda ensombrecida.
Ojo, el error de Zoido, además de leve, está al alcance de cualquiera, no ha sido el primero en cometerlo ni será el último. Y con su campaña, larga, intensa, extensa y multidisciplinar, este desaire vecinal tampoco debe tenérsele en gran consideración. No hay reproche por mi parte, pero la respuesta de los vecinos a Zoido debería invitar a la reflexión a TODOS los políticos de la ciudad. Ya sé que pedirle a Torrijos una reflexión en favor de quienes no le votan es mucho pedir, pero un esfuercito...
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Bien, la crítica suavecita a Zoido está más que medida por su parte: empieza con el alcalde y termina con Torrijos y, «de mientras», se encarga de recordarle a Zoido que por ahí no vamos bien. Ver a Zoido, micrófono en mano, ante el mismo número de amigos que yo convoco en la barbacoa de mi casa los domingos, al periódico que le apoya y al dueño de este blog dando la noticia, y el consejo, ay, no vaya a cagarla ahora, como si les fuera la vida en ello, no tiene precio ni desperdicio. Vaya tela.
ResponderEliminarSólo dos apuntes: la web de Diario de Sevilla nunca enfocó la protesta vecinal a través de Zoido, como hizo algún otro medio. Lo segundo, no sirvo para dar consejos, y lamento que no entienda que el alcalde se mantuvo en su sitio y Zoido no, que es el fondo del asunto. Gracias por su comentario.
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