
Concibo dos formas de hacer las cosas: bien o muy bien. El Ayuntamiento de Sevilla obvia con cierta naturalidad cualquiera de estas dos opciones. Tiene proyectos interesantes, algunos muy interesantes, pero su forma de ejecutarlos es capaz de echar por tierra incluso a las iniciativas más clamorosas. Carlos Colón ya relató una y otra vez su espanto con las losetas de la Plaza de la Virgen de los Reyes, entre otros lugares, cuya mala calidad obligó a sustituirlas en reiteradas ocasiones.