Foto: Antonio Pizarro |
Bueno, de entrada considerar que el gran reto ahora es convertir al Estadio de la Cartuja en una referencia recurrente, pues los macroconciertos celebrados hasta ahora han arrojado una cierta sensación de nuevo mercado (ojo, amplísimo, de Madrid para abajo no hay mejor escenario) que bien podría desterrar el desdoble del FIB que su mecenas tiene en la cabeza. Convertir a Sevilla en una sede paralela de un festival de semejante dimensión sería, sin duda, una respuesta contundente. No la única, pero contundente.
Diario de Sevilla ya pregunta abiertamente lo que muchos barruntábamos mientras nos pateábamos la Sevilla del más allá para regresar del concierto de U2: ¿Y ahora qué? ¿Estrellas del momento? ¿Clásicos de siempre? ¿Heavy? ¿Grupos de calidad y alternativos? ¿Un poco de todo? Puede que con ninguna opción se vuelva a alcanzar este cénit que ha supuesto la actuación de la banda irlandesa, con 80.000 almas disfrutando de ellos y sufriendo otras cosas (luego voy).
La primera opción que barajó Vince Power para desdoblar el FIB fue una zona alejada de la ciudad, de manera que el gentío pueda controlarse mejor, acampar, en fin, despreocuparse. La de la Cartuja sería una opción espléndida, siempre que la propia ciudad estuviera dispuesta a unos días de estrecheces circulatorias severas y otras incomodidades, y a asumir que no se trataría de un evento para los sevillanos (porque no lo rentabilizarían) sino profundamente abierto y, por tanto, con mucho ir y venir de gente poco familiarizada con la ciudad.
¿Beyoncé, Rolling Stones, Metallica, Muse? ¿Todos? Nada es imposible, como se ha demostrado con este denostado estadio: tras el trampolín con Maná y Héroes del Silencio, Madonna, Bruce Springsteen, AC/DC y U2, más el suspendido de Depeche Mode. En fin, una nómina de postín que ahora habrá que ampliar, ¿no?: Coldplay, Radiohead, REM, Elton John, Iron Maiden, Rihanna. Caber, uno a uno, caben todos... Desde que el denostadísimo Lolo Silva me aseguró que el concierto de Maná serviría de examen para programar a U2 (nadie lo creyó, pero el tiempo es juez de jueces) hasta la esperada confirmación, pasaron dos años y medio. Parece mucho... pero en realidad no es tanto margen para que tengamos algo de eso por aquí. Ojo, entonces el Ayuntamiento y la Sociedad Estadio Olímpico removieron lo que hizo falta para contar ahora con esta lista de hitos: ahora las promotoras más potentes del globo vienen a interesarse por ese rincón de Europa al que antes no bajaba nadie. Tiempo al tiempo.
PD: Por cuestiones que no vienen al caso, el enlace original a la noticia de marzo de 2007 en la que se apuntaba que U2 estudiaría tocar en Sevilla ya no existe. Lo escribí yo y me costó algunas miradas de extrañeza. Bendita extrañeza. Este es el que he encontrado que contenga el texto de entonces.
Y ahora, el concierto de U2.
Dos cuestiones: concierto y organización. Sonido: saturado de salida, excesivo. ¿Para qué están las pruebas de sonido?, me pregunto desde mi total ignorancia. Casi hasta Misterious Ways no dieron con la tecla. Grupo: espectacular.
Imagen de jesusalvarado.com |
Organización.- Barras: terribles; nueve euros una cerveza del tiempo y el resto de bebidas agotadas casi desde que salieron los dublineses a tocar... La llegada: bien, lógico teniendo en cuenta que había cuatro horas largas para llegar (entré diez minutos antes, lamentable). La salida: un espanto; 80.000 cansados y aborregados espectadores saliendo todos por la misma vía de evacuación, con independencia de la puerta del estadio por la que abandonaran grada o pista. Y luego a andar, y andar y andar porque el transporte público no da abasto en un evento así. 14.000 pasajeros en lanzadera está muy bien, pero sumando ida y vuelta te dejan 146.000 trayectos de búscate la vida. Me fui con una sensación de inseguridad (por la evacuación, no por la caminata) que conviene revisar a fondo. No se puede tener todo.
PS: Dos olvidos. Primero: lamentable la cuestión telefónica. Si en un estadio lleno (Bernabéu, Camp Nou, Nervión, Heliópolis...) las comunicaciones son óptimas porque para ello se dispone un ancho de banda suplementario; algo falló, qué duda cabe, porque ni se podía llamar ni los periodistas podían trabajar correctamente. Segundo: ¿La ley antibotellón no rige en los alrededores del Estadio de la Cartuja? Llegué, como apuntaba, con el tiempo justo y el panorama era desolador, botellas, botellas, botellas, botellas... Al salir, eso sí, la mayoría estaban retiradas.
Con el concierto de U2 se demostro (una vez mas) que Sevilla puede y debe estar en los circuitos internacionales.
ResponderEliminarEl muchas veces denostado estadio de la cartuja se merece una remodelacion de sus accesos, un apeadero de tren de cercanias (con linea que de servicio tambien a la saturada isla de la cartuja)
Y si su destino es que se celebren mas macroconciertos que eventos deportivos, no estaria de mas realizar un estudio para mejorar la acustica del recinto y obras para abrir otro tunnel a la pìsta.