viernes, 28 de marzo de 2014

El no-accidente de avión en Canarias

Puede que no les falte razón a quienes afean a los medios su cada vez más volátil capacidad para verificar hechos y situaciones. La era digital acelera todo y muestra los errores de manera muy clara, a veces hasta grosera. Pero el lector, el adorado y respetado lector, debe recordar un pequeño detalle: los periodistas no son generadores de información (o no suelen serlo) sino que son transmisores de información. Y a veces, más aún en la fulgurante era digital, la desviación típica (valga este término estadístico que define el margen de error) es mayor de la deseable y, lo peor, puede escapar al control del periodista y del medio.

Viene esto a cuenta del asombroso acontecimiento del jueves 27 de marzo. Se informa del avistamiento de un avión flotando en el mar en plenas Canarias. A lo "Houston, tenemos un problema", la ministra de Fomento, Ana Pastor, recibe de su director de comunicación la advertencia de que pueda haber un accidente aéreo.






Pónganse en el lugar de un informador. Digerido el shock (y con el avisión malayo todavía en la cabeza), se otorga toda la credibilidad posible a una comunicación que procede del servicio de emergencias, el 112. En unos minutos se propaga como ya sabemos que se propagan las noticias de impacto en el mundo digital, hasta que un rato después Aena desmiente el hecho y nos quedamos todos con cara de acelga pero, qué duda cabe, con un indescriptible alivio.





Vista la secuencia de los hechos, da la impresión de que se debieron suceder las llamadas al 112 de personas que, desde la orilla, veían esta imagen con estupefacción y terror. Pero, ¿por qué no confirmó el aviso el 112 con Aena? Al poco llegó la respuesta: Aena había alertado al 112 del incidente para que preparasen un contingente de emergencias de máximo alcance... "Hay un 737 en el agua. Movilicen todos los medios". Hasta el modelo daban...







Pero el tema sigue y nos pasamos una mañana (casi entera) girando entre si el remolcador arrastraba a un barco o el fuselaje de un avión (ojo, la versión variaba sin explicación aparente) mientras el mundo se asombraba del desbarajuste. Al escribir esto, día y pico después de la falsa alarma, todavía no está claro qué arrastra el remolcador de la imagen.


Sin justificar errores, ya digo, a veces hasta groseros del periodismo, entiendan por favor que este no es un trabajo tan fácil como piensan algunos ni como pudiera hacer creer el social media.

Detalles, qué duda cabe, menores ante la magnitud de lo que habría sido un accidente aéreo. Recordaban por Twitter que se producía justo el mismo día, 37 años después, de la mayor tragedia de la navegación aeréa, cuando dos aviones chocaban en la pista del aeropuerto tinerfeño de Los Rodeos muriendo 583 personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario