En tiempos de crisis hay que aprovechar al máximo lo que se tiene. Mucho o poco, no se tira nada. Si hay que reciclar, se recicla. Si hay que transformar, se transforma. Hay que exprimir el limón como si volviéramos a épocas pasadas que en realidad no terminaron de irse nunca, épocas de reconvertir las sobras de puchero en croquetas, la carne sobrante en albóndigas y así hasta infinitas posibilidades.
En Sevilla llevan varios meses viéndose señales como la de la imagen, señales de la crisis que agudizan el ingenio, pintando una placa de limitación a 50 para transformarla en una de prohibido el paso. Pero con la franja en amarillo, porque en blanco dejaría traslucir la negrura del 50, la oscuridad del abismo, el agujero en toda su magnitud. En cualquier obra verán señales como esta, señales provisionales. Como la crisis, provisional, o eso decían. Porque de provisional cada vez tiene menos porque no se va ni con los 36 grados de hoy.
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