En las redes sociales se ve de todo y, por supuesto, no todo es agradable. Ni adecuado. Ni positivo. Muchas veces ni siquiera aporta. Dicho lo cual, no deja de ser interesante la forma y manera en la que se está utilizando por parte de empresas e instituciones, en particular las políticas (¡madre mía, qué pesadilla!). Pero también los clubes de fútbol, prescriptores absolutos de los sentimientos sevillanos en cada rincón de la metrópoli. Partiendo de que todo es mejorable y de que seguramente ninguno de ellos (ojo, me es ajeno el funcionamiento pormenorizado de tales departamentos) ha hecho suyo ese principio por el cual no es lo más prudente otorgar la interlocución directa con el aficionado a un miembro más del equipo de comunicación sino a un miembro principal –es un clásico la pregunta de ¿a quién daría usted un altavoz con el que hablar con decenas de miles de clientes (socios/aficionados)?–. Hace unos días asistimos a un momento muy significativo.