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Manolo Jiménez, a su llegada a Atenas. |
Por delante, nunca fui 'jimenista'. Siempre me pareció un entrenador hosco pero desde luego concienzudo y serio.
'Amarrategui', para qué negarlo, pero obsesionado con ganar, no con agradar. Del Nido nunca estuvo del todo convencido, pero era una buena opción por resultados y por sevillismo, que ya se sabe que evita reproches en cuanto a planificación y fichajes. No había opción a la gran frase de Rafa Benítez en el Valencia: "Pedí un sofá y me trajeron una lámpara". Jiménez se habría quedado igual de conforme con el sofá que con la lámpara. De hecho, así fue.