jueves, 22 de mayo de 2014

La ciudad de las motos



La ciudad de las personas. ¿Recuerdan? Fue un reclamo bienintencionado y un pelín cursilón del gobierno Monteseirín para realzar el proceso de peatonalización que experimentó Sevilla en la primera década de este siglo XXI. La ciudad de los veladores es un concepto magníficamente desarrollado por mi compañero y sin embargo amigo Carlos Navarro para observar qué ha ocurrido con ese ideario. Quizás poco a poco nos hemos ido desviando del guión hasta terminar viviendo en La ciudad de las motos, no ya porque haya muchas, que muchas ha habido siempre, sino por esa casi fijación del actual gobierno municipal de habilitar nuevas bolsas de aparcamiento para los ciclomotores y zumbarse las de coches. Que circulan menos coches por la ciudad es una evidencia, pero cualquier día va a mirarse al conductor como al que fuma en un ascensor...



El Plan Centro del anterior regidor quiso sacar a los coches del casco histórico. Sin las suficientes áreas de aparcamiento lindantes a la antigua muralla, claro. Zoido hizo de aquello casus belli y su retirada fue prácticamente su primera decisión como alcalde. Desde ahí, la evolución de la ciudad hacia los enormes veladores y las interminables filas de motos ha sido imparable. Siempre hemos visto motos aparcadas en cualquier sitio, pero de un tiempo a esta parte ocurre lo inaudito: motos en doble fila. Y los parking públicos a dos euros la hora... Promoviendo el transporte público al final se fomenta la moto a tope.

En Semana Santa, el gobierno municipal habilitó 200 plazas para motos en el Paseo de Colón, donde las plazas habitualmente para coches. Esto se ha venido repitiendo en un sinfín de zonas del casco histórico. Aparcar en el centro se está convirtiendo en una auténtica hazaña. Salvo para las motos.

Y luego la zona azul... Se expande por la ciudad mucho más rápidamente que la araña esa de las necrosis, que todavía no sabemos si es tan mala como dicen, es peor o una araña como las demás. Pero la zona azul pica que no veas y las áreas de expansión están llenas de bloques residenciales. Pues eso, la moto.

Es imposible discutir la operatividad de una moto en una ciudad como Sevilla, aunque no soy muy entusiasta de las motos principalmente por un motivo: hay dos tipos de motoristas, los que se han caído alguna vez y los que aún tienen que caerse. No hay más opciones y le tengo bastante cariño a mi mejorable anatomía. Pero a este paso no va a haber otro remedio, oiga...

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