Me encanta el tren. Da gusto viajar en tren. Salvo cuando la gente berrea por el móvil en el vagón, todo me parece perfecto en el tren. En el tren. Fuera es otra cosa.
No hace mucho, estuve a punto de perder un AVE porque no había quien aparcara en Santa Justa.
En los alrededores, me refiero, porque aunque la hora no era precisamente punta era una auténtica odisea aparcar correctamente. Ante el temor de perder el tren (en realidad debí haberlo perdido, pero llegué al límite de los límites), aparqué en el parking de pago que hay justo enfrente de la entrada de la estación. Procuro no hacerlo y está claro el por qué.
En los alrededores, me refiero, porque aunque la hora no era precisamente punta era una auténtica odisea aparcar correctamente. Ante el temor de perder el tren (en realidad debí haberlo perdido, pero llegué al límite de los límites), aparqué en el parking de pago que hay justo enfrente de la entrada de la estación. Procuro no hacerlo y está claro el por qué.
Trayecto ida y vuelta más estancia por trabajo igual a once horas. Me llevé mi coche como a las diez. Precio: 28,50 euros. Un día completo en el aeropuerto: 14,40 euros. Contando con el descuento por ida y vuelta, el parking me vino a salir más o menos lo que cuesta un billete de AVE a Córdoba. Venga vale, igual exagero con lo del atraco, pero no parece razonable y desde luego se le acerca mucho.
Hola, vecino! Hace tiempo que conocí tu blog (creo que a través de Andrés) y te he leído algunas veces, habitulamente con prisas. Hoy quería dejarte un comentario. Me encanta el blog, su título es ingenioso y casi una alegoría psicosociológica contemporánea. Me ha recordado a un librito que hay por casa que se llama "La sexta tele", que no he leído pero que creo que habla sobre la proliferación de televisores en las casas, casi uno en cada cuarto, fenómeno que hace que cada miembro de la famila se aísle del resto para ver su programa favorito... o lo que "echen"... Consecuencia: la familia disgregada y falta decomunicación.
ResponderEliminarJoder, parezco Umbral con aquello de "He venido a hablar de mi libro".
Lo de los parkings públicos clama al cielo, con esas tarifas sangrantes, claro está, amparadas por quien debería amparar a los ciudadanos. ¿Nadie regula eso?
Buen post y magnífco blog. En tu línea, claro.
Un abrazo.